Iratialdea

Pleno pirineo

El Bosque de Irati

La selva de Irati, majestuoso bosque de más de 17.000 hectáreas, Zona de Especial Conservación dentro de la Red Natura 2000, y la segunda masa forestal de Europa, nos permite disfrutar de la naturaleza en cualquiera de sus accesos, bien desde nuestro Valle de Salazar, así como desde nuestros valles hermanos Aezkoa, Garazi o Zuberoa, ancestralmente unidos por un bosque, por una lengua y por unas tradiciones comunes.

Su emblemática cumbre, el monte Ori, primer dos mil del Pirineo, nos ofrece una panorámica inigualable de la Selva de Irati, del Pirineo, del Valle de Salazar  y de sus valles vecinos del Roncal y de Aezkoa.

IRATI, CRUCE DE CAMINOS, ENCUENTRO ENTRE VECINOS

Desde hace siglos los habitantes de estos valles han disfrutado de los pastos de alta montaña los cortos veranos, transitando por las cañadas hacia las bardenas reales o hacia los pastos del Norte en la baja navarra, para los largos inviernos.

De la misma manera, hace más de 500 años, por estos montes tuvo que huir tras la conquista de su territorio el Rey de Navarra, y posteriormente volvió retornar por aquí en sucesivos intentos de reconquista.

Por estos caminos, cañadas, etc., al final del siglo XIX y principio del XX transitaron nuestras abuelas para trabajar en la industria de la alpargata en Mauleón. Aunque ellas no se reconocerían con el nombre de Ainarak o Golondrinas, posteriormente fueron bautizadas de esa manera.

También por aquí han pasado diferentes guerras, como las de la convención que trajo fuego y destrucción a varias de nuestras localidades. Guerras que traen mucho dolor y exilio, como la que tuvieron que tomar diferentes personas tras el golpe de estado, y la posterior guerra a partir de 1936. O aquellos que ayudados por contrabandistas y trabajadores del bosque que se encontraban instalados cables aéreos para el transporte de madera, consiguieron huir de la barbarie nazi que se apoderó de Europa en la década de los 40.

Pero fue tránsito, pero también punto de encuentro entre hermanos de una misma cultura, cultura con el euskera o Uskara como su mayor exponente, lengua vehicular de estos pueblos a un lado y otro de la cordillera, lengua atacada durante siglos pero que pervive en el tiempo gracias al cariño y tenacidad de sus habitantes.

Terrenos de conflicto entre vecinos, pero de encuentro en ferias con grandes “festejos” como las ferias de Abodi, en las que en 1666 ya se degustaba vino, pan, trucha, cordero, carnero, tocino y queso.

En definitivas cuentas, nuestro bosque, nuestro patrimonio, patrimonio defendido por Orhi, el cual como bien dice el refrán. “Orhiko txoria, Orhira tira”